Ya que estamos en época de Semana Santa, me gustaría compartir con vosotros una receta típica de estas fechas como son las rosquillas, o como dicen en mi casa rosquillos. Este dulce, en forma de rosca y con un aroma a anís, tiene origen en el antiguo Imperio Romano cuando se hizo popular por todo el Mar Mediterráneo y muchos países de Europa.
Sinceramente, en mi casa se comen en cualquier época del año, esta receta siempre es apetecible acompañada de un café o té mientras disfrutas de buena compañía. El mérito de esta receta se lo debo a mi madre, ella es quien me ha enseñado el truco mágico para que queden super esponjosas y húmedas durante días, es realmente increíble cómo estas rosquillas se mantienen en perfecto estado listas para comer durante una semana sin que se resequen.
Espero que os encante tanto como a mí esta receta, le tengo mucho cariño y compartirla aquí con vosotros la hace aún más especial. Así que si te animas a hacerla esta Semana Santa, o en cualquier época del año igual que yo hago, dímelo en los comentarios aquí abajo ¡me va a encantar leer tu experiencia!
Al turrón!
ROSQUILLAS
15 unidades
· Ingredientes ·
1 huevo
60 g azúcar
90 ml leche entera
90 ml aceite de oliva
1 cda anís
250 g harina
15 g levadura química
una pizca de sal
Aceite de girasol, para freír
250 ml agua
125 ml anís
azúcar, para rebozar
· Paso a paso ·
En un bol grande, con la ayuda de unas varillas, bate el huevo junto con el azúcar.
Añade la leche, el aceite y el anís.
Con la ayuda de un colador grande tamiza la harina junto con el royal y añade la sal.
Cubre el bol y déjalo reposar a temperatura ambiente durante 1h.
En un cazo mediano pon suficiente aceite de girasol para freír las rosquillas a fuego medio, el aceite debe estar a unos 160ºC.
En un vaso pon un poco de aceite de girasol y mójate las manos para ir haciendo la forma de las rosquillas y que no se te pegue la masa en los dedos.
Fríe los rosquillos por cada lado hasta que queden de un color marrón dorado, ayúdate de unas pinzas de cocina para darles la vuelta.
Cuando vayas sacando uno a uno las rosquillas del cazo, ponlas sobre una bandeja cubierta de papel de cocina, así se absorberá el aceite sobrante.
En un cazo pequeño calienta el agua, viértela en un bol pequeño y mézclala con el anís.
Baña rápidamente las rosquillas, ya frías, en este agua caliente y vuelve a ponerlas sobre una superficie con papel de cocina para que absorba el agua restante. Este es el truco mágico del que te hablaba al principio de este post : )
Para finalizar, reboza las rosquillas con azúcar.
· Consejos ·
Si no tienes un termómetro de cocina para controlar la temperatura exacta del aceite de girasol, entonces haz el siguiente truco que nunca falla: pon una miga de pan en el aceite y cuando esta esté dorada entonces significa que tu aceite estará a la temperatura ideal. Si mientras vas friendo las rosquillas notas que se te doran demasiado, entonces reduce la intensidad del fuego a medio-bajo.
Consérvalas en un recipiente hermético a temperatura ambiente.
¡A disfrutar!
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